miércoles, 7 de enero de 2009

Porque existen hombres que hieren,

que arrebatan,

que enjuician y esconden,

la palabra ha de ser eterna para poder herirlos.

En medio del fuego,

un viejo advierte la presencia de un niño,

va hacia él,

lo cubre con su cuerpo.

El niño juega despreocupado,

el anciano gime lacerado.

Un poeta observa su mano amputada,

deja ir a una paloma mensajera,

confía en que ella traerá de regreso,

una pluma y un poco de silencio.

El niño juega despreocupado,

no sabe que no jugará más,

La ciudad del desencuentro no sirve para jugar.

Nada de misericordia,

para el que no tuvo piedad por un desierto desangrándose.

Para acecharlo la memoria ha de ser eterna,

la palabra ha de ser eterna.

Porque palabra somos,

hemos de permanecer con vida,

para poder herirlo.

Carla González Canseco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario